LA CHICA SALVAJE

Hay títulos que pueden llevar a malentendidos al espectador, que pueden ser producto de una mala traducción o de una equivocada elección por parte del responsable de turno. Este de La chica salvaje es un ejemplo manifiesto de elección errónea, ya que, no solo no es una traducción equivocada, es que ni siquiera tiene nada que ver con el argumento y ningún personaje llama a la protagonista (la supuesta salvaje) así en ningún momento del metraje.
Kya ha vivido siempre en las marismas, alejada de la ciudad, con sus hermanos, su madre y su violento padre. Poco a poco, por culpa de los golpes del progenitor, todos se van marchando del lugar. Primero, la madre, que ya no aguanta más palizas. Después, uno a uno, todos los hermanos y hermanas. Finalmente, el padre. Y Kya, que aún es una niña que apenas llega a los nueve años, se queda sola. Y allí sobrevive, con esporádicas visitas a la tienda del pueblo para adquirir suministros, durante años, hasta convertirse en una bella mujer. Un tiempo después, aparece en los alrededores el cadáver de un joven heredero del pueblo. Y las miradas pronto recaen en Kya, a la que los habitantes siempre han despreciado e ignorado.
La película está basada en una exitosa novela que, a su vez, ha sido recientemente polémica por el extremo parecido de los hechos narrados con el asesinato real de un cazador furtivo cometido en Zambia, que sigue sin resolver y con el que la autora de la novela parece tener algo que ver.

La película pasa apenas de puntillas por todo el proceso judicial, dedicándose más a las aventuras amorosas de la chica, una muy solvente (hay que decirlo) Daisy Edgar-Jones, con ese rostro angelical que la caracteriza (y que la hizo famosa en la serie Normal people) capaz de expresar casi sin proponérselo. Y he aquí uno de los principales problemas de la cinta (habitual en este tipo de personajes) que hacen que todo resulte difícilmente creíble. El que una persona que se ha criado a solas en el bosque (o en las marismas, o en el desierto), siguiendo sus propias reglas, lejos de la sociedad, aparezca tan pulcra, tan limpia, tan… socializada.
Así, La chica salvaje (o Donde los cangrejos de río cantan, en su título original, mucho más poético) es una película sentimental, algo sosa, que busca la lágrima, con personajes (prácticamente todos los secundarios) que son puro cliché, y que se queda en la superficialidad de los temas que toca, como el rechazo social o el empoderamiento de la mujer, que apenas hacen pupita. Tampoco ayuda el que la directora no se decida por el tono que le quiere dar al filme y deambule sin saber muy bien cómo contar lo que se trae entre manos.

Estados Unidos, 2022 (125')
Título original: Where the crawdads sing. Dirección: Olivia Newman. Producción: Lauren Levy Neudstadter, Reese Witherspoon. Guion: Lucy Alibar, basado en la novela de Delia Owens. Fotografía: Polly Morgan. Música: Mychael Danna. Montaje: Alan Edward Bell. Intérpretes: Daisy Edgar-Jones (Kya Clark), Taylor John Smith (Tate Walker), Harris Dickinson (Chase Andrews), David Strathaim (Tom Milton), Michael Hyatt (Mabel), Sterling Macer Jr (Jumpin'), Logan Macrae (Jodie Clark), Ahna O'Reilly (Ma), Garrett Dillahunt (Pa), Jojo Regina (Kya, niña).