BARBARA

Francia, 2017 (98')
Título original: Barbara. Director: Mathieu Amalric. Producción: Patrick Godeau. Guion: Mathieu Amalric, Philippe Di Folco. Fotografía: Christophe Beaucarne. Montaje: François Gédigier. Intérpretes: Jeanne Balibar (Brigitte / Barbara), Mathieu Amalric (Yves Zand), Vincent Peirani (Roland Romanelli), Aurore Clement (Esther), Grégoire Colin (Charley Marouani), Fanny Imber (Marie Chaix), Pierre Michon (Jacques Tournier), Stéphane Roger (Productor), Marie Desgranges (Foniatra).

Aunque como película suscitó opiniones enfrentadas, en el pasado SEFF pocos dudaban del trabajo sobresaliente de Jeanne Balibar como protagonista de esta Barbara que formaba parte de la Sección Oficial. De ahí, que fuese clara favorita para hacerse con el premio a mejor actriz. Finalmente, la película se llevaría por (relativa) sorpresa el premio a mejor dirección, y Balibar fue batida por la joven Selene Caramazza por su trabajo (también bastante notable) en Cuori puri.
Ganadora también del premio a la mejor narrativa poética en la sección Un Certain Regard de Cannes y de dos premios Cesar (el de mejor sonido y, aquí sí, Balibar fue elegida mejor actriz), en pocas ocasiones se tiene la oportunidad de definir una película utilizando su propio título. Ésta es una de ella. Y es que esta Barbara que ha pergeñado el actor y director Mathieu Amalric es, sencillamente, bárbara. Es este un biopic extraño, poco habitual, construido en base a múltiples capas, difíciles de atravesar en muchos momentos. Otro asunto es que su protagonista no sea una cantante universal, incluso totalmente desconocida para muchos, lo que invita a que pueda ser vista como una historia de ficción.
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Yves Zand (Amalric) es un director que obsesionado con la cantante francesa Barbara, que está rodando una película sobre su vida, protagonizada por Brigitte (Balibar). La actriz prepara su papel a conciencia, estudia el personaje, los gestos, las entonaciones, los modos… Aprende música, imita su expresión facial… Y, a medida que va profundizando, va fusionándose poco a poco con el personaje. Paralelamente, Zand estudia imágenes de archivo, selecciona la música, inspirado, casi poseído por el espíritu de Barbara.
La película que tenemos entre manos está construida en tres niveles: por un lado, las imágenes de archivo de la Barbara real; por otro, las imágenes de la película que Yves Zand (el director que interpreta Amalric) rueda con la actriz Brigitte (una Jeanne Balibar estratosférica); y, por último, la realidad fílmica de ambos, ensayando el guión, grabando las canciones… Todo ello, claro, sin contar las falsas escenas de archivo, imágenes grabadas en 16mm, como correspondía a la época del personaje homenajeado, pero interpretado por una Balibar inconmensurable que se transmuta en Barbara, jugando así también con el documental. Y, para rematar (según reconoce el propio Amalric), también hay escenas en las que Jeanne Balibar no es Barbara ni Brigitte, sino la misma Jeanne ensayando para el papel, imágenes grabadas casi a escondidas que también la convierten en un personaje de ficción.
barbaraAhí está precisamente lo interesante de la propuesta. Amalric logra que los límites entre una y otra se desdibujen hasta casi desaparecer, y es ahí donde se crea la magia. En muchos momentos no llegamos a saber a ciencia cierta en cuál de ellas estamos. Barbara se convierte, más allá del retrato de un personaje, en un estudio sobre la obsesión y una reflexión sobre el proceso creativo en el cine, vistas ambas desde la percepción de Amalric-Zand como director.
La fuerza de la película no proviene, sin embargo, del este trabajo de dirección. La fuerza está en la interpretación de Balibar (por mucho que se repita una y otra vez no se alcanzará a reflejar el nivel estratosférico de la interpretación de la actriz). Barbara (la real, el personaje que se creó de sí misma) era prácticamente un personaje de ficción, una mujer que creaba máscaras inspiradas en el expresionismo alemán y que utilizaba en sus actuaciones. Y Jeanne construye el personaje a través de la música. Balibar se preparó para tocar el piano, para cantar (muchos de los temas están interpretados por ella misma), y a partir de ahí encontró la fisicidad, los movimientos, las miradas, los gestos… todo lo necesario para crear uno de los mejores papeles vistos en años.