LA BODA DE MI EX

Estados Unidos, 2018 (87')
Título original: Destination wedding. Escrita y dirigida por: Victor Levin. Producción: Gail Lyon, Elizabeth Dell, Robert Jones. Fotografía: Giorgio Scali. Música: William Ross. Montaje: Matt Madox. Intérpretes: Winona Ryder (Lindsay), Keanu Reeves (Frank).

Frank y Lindsay son dos misántropos, unos insoportables que están cansados de todo el mundo, que se encuentran en un aeropuerto cuando esperan para embarcar en un vuelo local. Ahí descubren que ambos son invitados a la misma boda; él es hermano del novio y ella ex-novia del mismo, aunque nunca se habían conocido. Forzados a pasar juntos un mal trago que no quieren pasar, empezarán a descubrir que tienen más cosas en común de lo que pensaban.
Con dos intérpretes que fueron estrellas en los noventa (y que colaboran en la misma película por cuarta vez), basa todo su potencial (que tampoco es excesivo) en ellos, en su química y en su tirón de taquilla. Aunque el argumento es poco original y aporta más bien nada a un género del que usa todos y cada uno de sus tópicos. Porque, no nos engañemos, esto es una comedia romántica al uso. Y sí, dos personas que chocan, que tienen altos y bajos en una relación, que hablan sin parar hasta que se dan cuenta (¡oh, sorpresa!) de que están hechos el uno para el otro.
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El subtítulo de la cinta («Un narcisista no puede morir porque el mundo entero se acabaría») sirve para describir el carácter de ambos (sobre todo el de él), y la película es tan clara a este respecto que solo hablan ellos. Durante hora y media solo oímos sus voces, no hay nadie más en el mundo, el resto de personajes son simples murmullos de fondo (incluso en la boda, en el aeropuerto, en el retaurante), nadie más tiene una sola palabra en toda la película. Ni una sola.
Y esto no tendría la mayor importancia si este parloteo sin fin, si este blablablá interminable, tuviese algún interés. Pero son solo un par de momentos los que pueden resultar interesantes o divertidos. La inmensa mayoría de ellos resultan forzados, pretenciosos y artificiosos, y no van a ningún lado.
Únicamente la presencia de ambos, con actuaciones simplemente justas, hace que la película sea fácil de ver. Y de olvidar.