ATLÁNTIDA FILM FEST 2020

PINK WALL (Sección Domestik)

El actor Tom Cullen debuta tras las cámaras con esta cinta en la que nos cuenta una historia de amor a lo largo del tiempo. Seis escenas, seis años, en las que vemos los momentos que marcaron la relación de Jenna y Leon.
Pink wall es el retrato íntimo y realista sobre el nacimiento, desarrollo y muerte de una relación, mostrando momentos íntimos de la pareja, los buenos y los malos. La película funciona en todo momento porque todo rezuma realidad. Las interpretaciones (la de Jay Duplass y, sobre todo, la de Tatiana Maslany, pareja en la vida real del director) son sinceras y muy sólidas y las crees en todo momento.
Pink wall funciona por su frescura, ya que, a pesar de pertenecer a un género prolífico, Cullen cuenta la historia de modo distinto, no lineal, sino viajando en el tiempo atrás y adelante, oscilando del mismo modo que cambian las emociones, y cambia asimismo la ratio del formato. Ello no implica que sea confusa, ya que siempre sabemos dónde estamos y dónde están Jenna y Leon. Y, por supuesto, por la inmensa química entre los dos protagonistas.
Una película con la que todos nos podemos identificar, de uno u otro modo, en algún u otro momento, disfrutable, bien interpretada y con un estupendo trabajo de Bobby Shore en la fotografía.
PinkWall

Reino Unido, 2019 (82')
Dirección y guion: Tom Cullen. Producción: Jamie Adams, Richard Elis, Nigel Goldsack, Maggie Monteith. Fotografía: Bobby Shore. Música: Chris Hyson. Montaje: Gina Hirsch. Intérpretes: Tatiana Maslany, Jay Duplass, Sarah Ovens, Tom Cullen, Nigel Goldsack, Kyle Lima, Katharine Mangold, Joseph Ollman, Ruth Ollman, T.J. Richardson, Sule Rimi.

 

EASTERN (Sección Generación)

A pesar de su brevedad, esta es una película en la que vamos descubriendo qué es lo que pasa poco a poco, sorprendiéndonos a cada paso, y pasando de la violenta distopía con la que comienza a un manifiesto feminista en el que las mujeres toman el control de la situación, decididas a cambiar el mundo en el que se han criado.
La acción transcurre en un mundo distópico, en el que la violencia está legislada a través de las deudas de sangre. Dos familias de una urbanización de lujo, los Kowalski y los Novak, llevan años enfrentados. Cuando un miembro de una de las familias asesina a uno de la rival, se convierte en el próximo objetivo de la otra, teniendo que llevar un brazalete negro que le señale como el objetivo. Existe una forma burocrática de cortar todo esto, pero hay que pagar una alta suma en concepto de compra de sangre. Por lo que la cacería continúa.
La cinta, ópera prima de Piotr Adamski, mantiene todo el tiempo una atmósfera opresiva, oscura,  que pegaría muy bien en una película de Lanthimos, y que utiliza esta ficción como metáfora de la Polonia actual, con un país dividido en dos tras las últimas elecciones, y en la que las protestas feministas sucedidas en sus ciudades quedan reflejadas claramente en el comportamiento de las protagonistas (excelentes Maja Pankiewicz y Paulina Krzyzanska) y su rebelión contra el sistema establecido que las obliga a seguir las normas de un patriarcado basado en el honor, sin que ellas puedan decidir nada. También sería necesario destacar el trabajo en la fotografía, que ayuda a crear esa atmósfera tenebrosa que tan bien le viene a la historia y a esta fantástica película.
Eastern, llamada así en referencia al género del western pero ubicado en la Europa del Este, aunque el escenario esté alejado de las áridas estepas, juega con maestría sus cartas, y consigue mantener enganchado al espectador con una trama algo compleja, que solicita una atención para no dejar escapar detalles que pueden resultar significativos para su comprensión (el final puede resultar extraño si uno se despista, por ejemplo).
Eastern

Polonia, 2018 (78')
Dirección: Piotr Adamski. Producción: Jacek Bromski, Ewa Jastrzebska, Jerzy Kapuscinski. Guion: Piotr Adamski, Michal Grochowiak. Fotografía: Bartosz Nalazek. Música: Hubert Zemler. Montaje: Bartosz Pietras. Intérpretes: Maja Pankiewicz, Paulina Krzyzanska, Mariusz Bakowski, Tadeusz Bradecki, Adrian Brzakala, Marcin Czarnik, Krzystof Czerny, Krystyna Czubówna, Wiktor Dobrowolski, Joanna Domanska, Michal Dworczyk, Lucja Grudzien, Jan Grzadziela, Miron Jagniewski, Anna Klos.

 

CHARTER (Sección Domestik)

Tras un proceso de divorcio conflictivo, Alice no ha visto a sus hijos por dos meses, mientras espera la resolución judicial sobre la custodia. Cuando en mitad de la noche su hijo pequeño la llama llorando, Alice decide tomar las riendas y secuestra a sus hijos para llevárselos a un viaje a las Canarias, con la intención de recuperar su amor.
Amanda Kernell, que tuvo un debut arrollador con Sami blood, que recogió multitud de premios en numerosos festivales, repite con el drama familiar en esta su segunda película, en la que el personaje de Alice (inmensa Ane Dahl Torp) va cambiando y evolucionando al ritmo que cambia la situación y los decorados. De la frialdad del invierno sueco, con una atmósfera enrarecida en la que Alice presenta claros síntomas de no encontrarse cómoda, incluso muestra (así lo reconocen las diversas autoridades con las que se va cruzando) una evidente inestabilidad, a las cálidas playas canarias, donde ella se siente mucho más tranquila y relajada, sin olvidar que lo que ha hecho le puede traer graves consecuencias y que todo se puede torcer en cualquier momento.
La situación que se muestra (la de los matrimonios que se separan y en la que son los niños los que más sufren) es más habitual de lo que uno pudiera pensar. Y como en la vida real, los niños exponen constantemente sus conflictos interiores, sus dudas de con qué progenitor quedarse, aunque es el personaje de Alice el que crea los momentos de tensión y desasosiego, haciendo que el espectador se sienta incómodo.
Kernell hace que los silencios cuenten más que los diálogos, creando un retrato detallado y creíble, tocando temas interesantes como el juzgar a las personas por las apariencias, y el amor incondicional, sustentando todo su engranaje en la poderosa interpretación de una magnífica Ane Dahl Torp.
Charter

Suecia-Noruega-Dinamarca, 2020 (93')
Dirección y guion: Amanda Kernell. Producción: Lars Lindström, Eva Åkergren. Fotografía: Sophia Olsson. Música: Kristian Eidnes Andersen. Montaje: Anders Skov. Intérpretes: Ane Dahl Torp, Sverrir Gudnason, Troy Lundkvist, Tintin Poggats Sarri, Johan Bäckström, Eva Melander, Siw Erixon, Anna Granquist, Anton Hennix Raukola.

 

NO CREAS QUE VOY A GRITAR (Sección Domestik)

Tras una ruptura sentimental, un hombre de 45 años (el propio director) se recluye en el pueblo alsaciano de montaña en el que vive, dedicado casi en exclusiva al visionado de películas de todas las épocas. Así, Frank Beauvais compone un impresionante collage de imágenes, con fragmentos de las más de cuatrocientas películas que vio en esos meses, mientras desgrana, en voz en off, sus pensamientos, la situación social del país, del planeta, cómo se siente y cómo le afectan los hechos, por ejemplo, la muerte de su padre, con el que llevaba años sin apenas contacto.
El asunto del apropiacionismo, no es nuevo. En Sevilla tenemos a una de las grandes del asunto, María Cañas. La novedad aquí es precisamente el soliloquio de Beauvais. Y es esta novedad, esto que la hace diferente, lo que puede hacerla insoportable. No es que no interese lo que cuenta, es que el modo de contarlo, en modo de narrar, es monocorde, sin emoción, sin altos ni bajos. La situación política, los acontecimientos culturales, sociales, deportivos que tienen lugar en esos meses en los que Beauvais se da el atracón de cine, se ven reflejados en muchos momentos (ahí el magnífico trabajo de montaje) precisamente por las imágenes concretas de las películas seleccionadas. Pero esa voz, ese modo de hablar exaspera y desespera y puede que a muchos les haga desistir en el intento de enfrentarse a este proyecto.

Francia, 2019 (75')
Título original: Ne croyez surtout pas que je hurle. Dirección y guion: Frank Beauvais. Producción: Justin Taurand, Michel Klein, Matthieu Deniau, Philippe Grivel. Montaje: Thomas Marchand.formateado